Las características psíquicas del individuo son el resultado de procesos que tienen lugar entre dos polos, el físico y el social.
Nuestra existencia queda marcada por el lugar que ocupamos en el deseo de nuestros padres, por las proyecciones que hacen de sus propios deseos sobre nosotros. Luego, nuestro desarrollo y crecimiento se va construyendo a través del deseo que encarnan nuestros sistemas de pertenencia secundarios, como lo son la escuela, grupo de amigos, pareja, cultura y Estado que los atraviesa.
Es nuestra precariedad en el momento del nacimiento, la necesidad de tener a otro que nos cuide, ame, alimente, higienice, la que nos convierte en sociales. Ser social es una necesidad, que afectará, inevitablemente, nuestra manera de ser, no es una elección, dado que nuestra existencia solo puede tener lugar en un entorno en que las criaturas son deseadas o al menos no rechazadas, y en el que el cuidado de la criatura desvalida esté garantizado. Esa dependencia, el hecho de que los cuidados recibidos no están garantizados, sino que solo son muy probables, afectará a nuestra manera de ser.
Los deseos del hombre, por tanto, están relacionados con experiencias de satisfacción pasadas., a través de la relación que se establece con otro, necesaria para su supervivencia.
Los deseos no son intrínsecamente psíquicos o físicos, sino sociales, dado que las experiencias de satisfacción han tenido lugar en relación con otras personas, en la mayor parte de los casos .
A lo largo de la vida, y ya en la adultez, este tipo de convivencia dentro del psiquismo de cada uno, entre lo individual y lo social adquirido, es lo que en muchas situaciones emerge como conflicto.
Lo que la persona realmente desea y lo que los demás desean de el.
Sucede que gran parte de este conflicto tiene sus raíces en huellas que los sujetos no consiguen ver y detectar. “En su interior hay fuerzas impulsivas que gobiernan su voluntad y que el humano desconoce, sólo tiene información escasa y fragmentaria sobre lo que pasa fuera de su conciencia en la vida psíquica.” (Freud, Introducción al psicoanálisis).
Pero haciendo consciente lo que es inconsciente, puede acceder a altas cotas de libertad, atravesar el desapego y transitar una vida mas tranquila, madura, tolerante y sincera con su propio ser.
El trabajo terapéutico piscoanalítico y sistémico nos brinda la posibilidad de alcanzar dicha autonomía y libertad emocional a través de la construcción de aquella información con la que el sujeto cuenta pero desconoce en grandes escalas.